Las fajas reductoras son piezas esenciales cuando de remodelar nuestra silueta se trata. Pero como venimos al mundo sin outfit incorporado, es posible que nuestro cuerpo necesite un proceso de adaptación para acostumbrarse a usar una faja con naturalidad.
Este período adaptativo no supone nada del otro mundo, ni mucho menos genera dolor o molestia, pero sí resulta fundamental para aprender a usar correctamente tu body, cinturilla o chaleco, y sacarle el mayor provecho durante el plan de remodelación progresiva que actives.
Cómo usar faja
Si aplicas uno a uno los tips que verás a continuación, con toda seguridad serás la mejor candidata para usar una faja remodeladora con éxito.
1. Aumenta progresivamente el uso de tu faja
Usar faja siempre te servirá como una excelente fuerza motivadora para recordarte la promesa de renovación corporal que has hecho contigo misma. Sin embargo toma en cuenta que los extremos nunca son buenos, y que si jamás te has puesto una faja, puede que 24 horas ininterrumpidas sea mucho para el primer día de uso.
Empieza llevando tu faja de tres a cuatro horas como máximo, permitiéndote experimentar qué tan a gusto te sientes con ella. Durante este tiempo realiza actividades cotidianas diversas para evaluar qué tan bien se acopla la prenda a tu estilo de vida.
El tiempo reducido de uso puede serte muy útil durante tu primera semana de prueba. Sumar dos horas de hábito es una excelente idea luego de superado este lapso, hasta que logres alcanzar un promedio de 12 a 16 horas de rutina diaria.
2. No uses tu faja para dormir
Cuida no excederte en el tiempo de uso y que no se te vaya la mano cuando ya te acostumbres a llevar tu faja durante muchas horas al día. Es necesario descansar, así que aprende cuándo parar. El descanso permite que los músculos se relajen y se vayan reacomodando en el nuevo lugar al que la faja los ha ido direccionando.
Mientras dormimos, nuestras pulsaciones y bioritmo disminuye en todos los sentidos, sumergiendo nuestro cuerpo en un estado no compatible con la presión que ejerce una prenda de remodelación progresiva.
Reserva tus horas de sueño para lo que son. Para descansar y reponer energías, que al día siguiente permitirán que tu cuerpo continúe quemando calorías.
Si duermes con tu faja comprimiendo tus órganos y músculos toda la noche, puede que llegues a detestarla “sin razón aparente”. Luego no hallarás manera de disfrutarla de nuevo.
3. Mantente hidratada
Quizás te preguntes qué relación hay entre la hidratación corporal y el uso de una faja. Pues tiene que ver, y mucho. Y esto no solo aplica para cuando estés comenzando a usar tu nueva faja, sino para siempre que uses este tipo de prendas.
Cuando llevas faja aceleras la eliminación de grasas y calorías, y cualquier cuerpo que aumente su velocidad para deshacerse de los lípidos, es un cuerpo que necesita mayor hidratación.
Consumir un litro ½ de agua en promedio, te ayudará a mantenerte hidratada mientras tus músculos trabajan en reducir las grasas. Más todavía, si decides combinar el uso de tu prenda reductora con jornadas de ejercicios.
4. No compres tallas de faja menores a la tuya
Desmontemos mitos: la idea de que adelgazarás más rápido llevando una faja más pequeña que tu talla, es falsa. De hecho, una faja de talla inferior a la tuya solo contribuiría a que tu cuerpo la rechace.
En lugar de esta práctica poco inteligente, asegúrate de tomar muy bien tus medidas antes de comprar tu faja. Incluso, guíate con una tabla de medidas adecuada y evitarás malas experiencias con la adquisición de una prenda que no es para ti.
O, mejor todavía, asesórate con una especialista en fajas remodeladoras para acertar en la compra de la faja indicada para tu tipo de cuerpo.
5. Ajusta la compresión gradualmente
Lo que sí es acertado es comenzar usando la compresión mínima que permite ceñir tu prenda, y una vez que tu figura se sienta cómoda con esa medida, subir la presión y soporte de acuerdo a los niveles que ofrezcan los broches de la prenda.
Los músculos no se transforman de un día para otro, sino que su adaptación sucede paulatinamente. Acompaña su cambio progresivo ajustando los niveles de entalle, y verás cómo tu faja jamás será razón de molestia para ti.
Por último, pero no menos importante: sé constante y paciente en el uso de tu faja. No te desanimes si notas que los músculos caen con flacidez cuando te desvistes por completo.
Si bien este tipo de prendas tiene la capacidad de reducir de dos a tres tallas al instante, los resultados duraderos solo serán visibles luego de su uso prolongado. Recuerda que se trata de un trabajo de remodelación progresiva que irás notando por fases de recompensa.
Ahora lo importante, ¡es que ya estás lista para comenzar!
Descarga la infografía guía para empezar a usar faja hoy mismo
Escribe una respuesta